domingo, 13 de julio de 2014

LA TRISTEZA DE LA MUÑECA ZAPATO


Los niños no siempre han sido niños. Y por desgracia todavía no lo son en muchos lugares del mundo. A menudo la infancia es un lugar brillante y tenebroso a la vez, los objetos hablan, los monstruos nos vigilan, los bosques aparecen llenos de amenazas y de promesas ante nosotros, los adultos han olvidado su propia infancia, en el mejor de los casos, y no nos pueden ayudar. También hay pequeños momentos de triunfo, risas y días larguísimos al sol. Pero la lucha contra la oscuridad es esencialmente infantil. 

El Museo de la Infancia de Edimburgo se puede visitar en la Royal Mile. La sorpresa y la inquietud nos acompañarán durante toda la visita a lo largo de las cinco plantas donde se alinean todo tipo de utensilios infantiles y juguetes. Desde material escolar de finales del siglo XIX hasta cientos de muñecas de todo tipo y época, juguetes musicales, visuales, bicicletas, vehículos en miniatura, recortables, juegos de mesa ... 

Aparte de la extraordinaria colección de juguetes que desde 1955 se exponen al público, el museo también recuerda cómo era la vida de los niños del siglo XIX y principios del XX. 

Los que pertenecían a familias acomodadas eran preparados para la vida adulta. Los que pertenecían a las clases pobres trabajaban en la mina o sobrevivían en la calle. 

De todos los paneles explicativos y objetos que podemos ver en el museo me ha impactado de manera especial el apartado dedicado al trabajo infantil en el XIX y principios del XX: un par de zapatos infantiles, un gorro con linterna y una muñeca de aspecto profundamente triste. Una muñeca hecha con un zapato que pertenecía a un niño pobre de los suburbios de Londres de 1905. Una muñeca sin rostro, un zapato vestido con trapos con la que aquel niño trataría de luchar contra la oscuridad de su vida infantil. 

Muñeca-zapato (1905) Museum of Childhood. Edinburgh. Scotland.

Debajo de esta muñeca-zapato tan triste se expone un ejemplar de The Water-Babies que Charles Kingsley publicó en 1863, dos años antes de publicarse Alice in Wonderland y que reseñé en su momento en este enlace. Bello cuento de hadas donde se describe el trato que recibían los niños que limpiaban chimeneas en aquella Inglaterra que despertaba a la industrialización mientras las hadas terribles de los cuentos infantiles intentaban sin éxito salvar su inocencia.

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