lunes, 18 de julio de 2011

THE WATER-BABIES: LUCES Y OSCURIDADES VICTORIANAS

VERSIÓ EN CATALÀ




En mi lista de personajes victorianos favoritos está Charles Kingsley (1819-1875). Fue capellán de la reina Victoria, creador del socialismo cristiano y autor de Los niños del agua (The Water-Babies, 1863)

Fue publicada un par de años antes que Alícia en el País de las Maravillas. Y como Alícia y la mayoría de cuentos de hadas victorianos, presenta una lectura que va mucho más allá de la literatura infantil.

La magia victoriana es oscura, inquietante, de una dulzura que esconde auténticas pesadillas, de hadas luminosas ocultando las crueldades cotidianas que pueblan la geografía onírica infantil.

Los niños del agua explica la historia de Tom, un pequeño deshollinador que, como la mayoría de criaturas de aquella época, es explotado y maltratado por los adultos, obligado a trabajar, a no estudiar y a malvivir por las calles. Tristes circunstancias hacen que el pequeño Tom acabe ahogado en el fondo del río. Allá es recogido por las hadas que lo convierten en un niño del agua. Y así Tom es educado por criaturas acuáticas(pescados, insectos, hadas...) que tratan de hacer de él un hombre de provecho.

La historia de Kingsley es una sátira moralista, surrealista en ocasiones, divertida, triste, con aires de Dickens y descripiones fascinantes de la fauna de los ríos británicos, una crítica feroz de la mentalidad cerrada de algunos científicos de la época y sobre todo de la explotación infantil y de los métodos educativos que sufrían los niños.
Si somos capaces de contextualizar la historia y pasar por alto las continuas referencias en contra de los irlandeses, los americanos, los negros y los católicos, resulta una historia deliciosa, con aquella melancolia decimonónica, con aquella crueldad insuperable que sólo tienen los cuentos de hadas victorianos.

Sufriremos con el pequeño Tom, maltratado y explotado, intentando sobrevivir en el río, entre salmones, libelulas y hadas, sorprendido con el primer abrazo maternal que le dan, deseoso de tener compañía, de poder jugar y vivir como un niño, sin tener que trabajar limpiando chimeneas, pasando hambre y siendo maltratado por los patrones.

Reiremos con las escenas de los científicos escépticos que niegan la realidad a pesar de tenerla ante las narices.

Temblaremos entre las sombras inquietantes de un cuento de hadas que esconde las críticas más feroces contra la manera de educar a los niños del siglo XIX.

Dice Kingsley al final de la historia:

Estudia y da gracias a Dios por disponer de agua fría para lavarte, como un auténtico inglés. Y te digo más: aunque mi historia no sea real o yo no tenga razón, no importa, tú mantente fiel al esfuerzo y al agua fría. Y recuerda siempre, como te dije al principio, que todo esto sólo es un cuento de hadas, pura fantasía y diversión. Y por lo tanto no tienes que creer ni una sola palabra. Aunque sea verdad.

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