domingo, 18 de noviembre de 2012

ESCRITORES QUE DEJAN DE ESCRIBIR

VERSIÓ EN CATALÀ
Nos llegan noticias estos últimos días sobre la decisión de Philip Roth de dejar de escribir. Poco días después el húngaro Imre Kertész también dice que se jubila de escritor. Que ya son mayores, que están cansados​​, que ya no tienen nada que contarnos. Sin ninguna intención de cuestionar decisiones ajenas-sólo faltaba-nos quedamos perplejos y discutimos, en el buen sentido de la palabra, sobre esta idea de darle pasaporte a la musa. Tenemos motivos para entenderlos, al señor Roth y al señor Kertész. A veces la musa es digna de ser insultada en diferentes idiomas. Por caprichosa. Por vulnerable. Por malcriada. Después hacemos las paces con ella preguntándonos si no se habrá roto para siempre la confianza entre nosotros. Si podemos volver a empezar donde nos quedamos ya que el principio queda tan lejos que ya no vale la pena ni como viaje de reconciliación.   

Preparamos más café mientras seguimos discutiendo sobre escritores que dejan de escribir. Pero nos recordamos mutuamente que ni Roth ni Kertész han justificado su decisión poniendo como excusa incompatibilidad de caracteres con la musa. Son otras cosas. Lo sabemos. No sabemos si los entendemos. Pero no importa. Hay quien deja de arreglar lavadoras. Hay quien deja de corregir exámenes. Hay quien deja de escribir. Como oficio. Como artesanía. Como manera de vivir. Sí?   

Con más cafeína de la que nos podemos permitir en el cuerpo y sabiendo que la noche será larga nos preguntamos qué pasa cuando las historias llaman a la puerta con la insistencia de los profetas del fin del mundo. Cuando las palabras se estampan contra las ventanas como palomas suicidas intentando entrar en casa y dejando un reguero de tinta sangrienta en los cristales. Cuando hay personajes insistentes como amantes incombustibles reclamando un minuto de atención. Cuando hay metáforas que se pegan llorosas como insectos amazónicos a nuestra piel y no nos quieren soltar. 

¿Cómo se les dice que no pueden entrar en casa?

jueves, 15 de noviembre de 2012

MOTIVOS PARA VOLVER A LONDRES

VERSIÓ EN CATALÀ
No encontraremos nunca un motivo para no volver.

Levantar la vista al cielo cuando sale el sol, sorprendidos, como delante de lo imposible, y formar parte del drama cotidiano de no saber si hoy lloverá sólo o lloverá mucho.

Los cuadros que nos definen más allá de la historia que intuimos. Las verdades que no sabremos nunca. La mirada triste, el dolor de la belleza. Lady of Shalott, en la Tate Britain, hada maldita, mirando el mundo a través del espejo que buscamos siempre cuando volvemos a Londres. Sólo por ti, volveríamos.

Atravesar el espejo. Loca partida de ajedrez contra nosotros mismos. Esquivar todas las momias del British Museum hasta llegar al espejo de obsidiana a través del cual el alquimista de la reina Isabel, John Dee, hablaba con los ángeles.


¿Encontraremos el espejo definitivo? ¿El truco de magia que por fin no será un truco?

Mientras hay un pintor ruso que nos espera en Camden. Guarda sus dibujos dentro de una nevera y nos cuenta historias de árboles mágicos.

Mientras, está la música, como una religión politeísta que sobrevive más allá del tiempo y de los templos. Si no escuchas la música cuando caminas por esta ciudad es que el frío te ha matado. Si es así, marcha, debes marchar. Yo me quedaré aquí, respirando por ti.

¿Recuerdas cuando la libertad era entrar en todas las librerías de Charing Cross?

El peor café del mundo, la película que algún día acabaremos de ver.
El cuento que algún día acabaremos de escribir.
Tatuarnos 1666 en la espalda con una frase que diga: Yo sobreviví al Gran Incendio.

El lugar más bonito de Londres está al otro lado del espejo que seguimos buscando en todos los anticuarios de Portobello.