El otro día leía en el periódicoque han subastado una carta de amor del poeta John Keats. También subastaban un texto original de mi admirado William Blake y una carta del Doctor Livingston. Me hubiera encantado quedarme con la carta de Keats, lo reconozco. Fetichismo en estado puro, lo sé. Me gustan las cartas, recibirlas y escribirlas, y me gustan los libros donde se recopilan las cartas personales de escritores y artistas que me interesan. Entre las favoritas están sin duda las cartas de Neruda a Matilde Urrutia y las de Van Gogh a su hermano Theo. Naturalmente las cartas maravillosas que escribía Julio Cortázar (Querido cronopio Roberto López: Esto no es una carta, es una tortuga ...), sobre todo las que le escribía a su amiga, la poeta, Alejandra Pizarnik animándola durante su tristeza (no te acepto así, no te quiero así, yo te quiero viva, burra, y date cuenta que te estoy hablando del lenguaje mismo del cariño y la confianza –y todo eso, carajo, está del lado de la vida y no de la muerte), las de Juan Rulfo a Clara Aparicio (Por eso creo que no resistiré mucho a ser una especie de capataz que quieren que yo sea. Y sólo el pensamiento de trabajar así me pone triste y amargado. Y sólo el pensamiento de que tú existes me quita esa tristeza y esa fea amargura), las de Lord Byron a Teresa Guiccioli, las de Henry Miller y Anais Nin, las de Rimbaud a Verlaine, las de Joan Sales a Màrius Torres, las de Joan Sales y Mercè Rodoreda, o las del diablo Escrutopo a su sobrino Orugario, demonio novato, escritas por CS Lewis (el autor de Las Crónicas de Narnia) y dedicadas a Tolkien. Siempre que voy a Roma voy a la casa de John Keats. Me hubiera gustado quedarme con su carta.
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Querido,
aún no sé por qué me fui. Escribo desde el punto exacto donde comienza el vacío, el vértigo. No reconozco el paisaje y eso significa que tengo que construir uno nuevo. Ayúdame. Todavía no sé por qué me fui. Dejaré atrás todo lo que ya no necesito y volveré porque te echo de menos. Te echo de menos incluso cuando estoy contigo. Ojalá hubieras venido conmigo.
(Cartas de Isis Iskandariyya)
aún no sé por qué me fui. Escribo desde el punto exacto donde comienza el vacío, el vértigo. No reconozco el paisaje y eso significa que tengo que construir uno nuevo. Ayúdame. Todavía no sé por qué me fui. Dejaré atrás todo lo que ya no necesito y volveré porque te echo de menos. Te echo de menos incluso cuando estoy contigo. Ojalá hubieras venido conmigo.
(Cartas de Isis Iskandariyya)
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Que aburrido es ser civilizado algunas veces...
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No sabré nunca qué es lo que sabes de mí,
Ni en qué verdad hemos estado juntos,
Ni si estaremos para siempre.
Joan Margarit
"Te echo de menos incluso cuando estoy contigo."
ResponderEliminar¡Que frase tan terrible! Nunca deberian pasar esas cosas...
Un abrazo, amiga
Sí, que aburrido es ser civilizados.
ResponderEliminarPero yo me sentiría muy triste si mis intimidades se subastaran.
Cierto que algunas de estas cartas están llenas de poesía
pero parecen tan intimas. Un beso
Sí, Antiqva, yo también creo que es terrible... Un abrazo!
ResponderEliminarEs muuuuy aburrido ser civilizadas, mama... que te voy a contar...