domingo, 7 de noviembre de 2010

LA CUEVA DE LAS SERPIENTES

VERSIÓ EN CATALÀ

Los juegos de la memoria son extraños. Y ella recuerda cosas que nadie más parece recordar. Recuerda con porosidad onírica, sin tiempo, sin espacio. Por eso ha acabado desarrollando una antipatía protectora hacia el concepto tiempo, por puro instinto de supervivencia. Parece ser que recordar más allá del tiempo provoca desorientación, confusión de conceptos y un poco de dolor de cabeza.

Y así es como ella contempla en los ojos de él el reflejo de un fuego antiguo, la mezcla despiadada del presente y del pasado. Ella recuerda los pactos, el sabor de la sangre, las veces que él murió en sus brazos, las veces que ella murió en sus brazos, recuerda cada vez que se besaron por primera vez, recuerda el naufragio, recuerda la tortura antes que la traición, recuerda todas las sonrisas, todas las certezas, todos los paisajes que han hecho suyos, recuerda todas las veces que él ha dejado de recordar. Recuerda el pacto. El silencio. El olvido.

Recuerda la despedida a las puertas del templo. Huir o morir. El pacto. Nos volveremos a encontrar. Hathor nos protegerá. Él jugaba con su pelo y le hacía la última pregunta. Ella no podía contestar y le decía: Siempre cuidaré de ti, incluso cuando no quieras, incluso cuando no te acuerdes. Él le decía las palabras exactas, la clave para recordarlo todo. Ella sonreía como sonríen los guerreros antes de la última batalla, pensando en cómo podría superar el dolor si él no era capaz de saltar más allá del tiempo, de mirar a los ojos, de recordarla. Qué vas a hacer? dónde irás? Dónde nos volveremos a encontrar?

Ella cruzó las puertas del templo sabiendo que todo lo que ahora amaban se hundiría bajo la arena del desierto. Bailaría ante las divinidades, sería juzgada y condenada, entraría en el territorio de la desmemoria, le cortarían el pelo, le arrancarían el alma. La harían entrar en la cueva de las serpientes, a oscuras.

Bailaba ondulante, mirando más allá del infinito, del dolor.

Bailaba para salvarlo a través de ciudades que aún no existían.

Bailaba en silencio al ritmo de músicas que nadie entendía.

Bailaba y en algún lugar comenzaba una guerra.

Nadie supo nunca porque las serpientes no la quisieron tocar.

2 comentarios:

  1. Hola Julia que relato más bello, entiendo que es de algún libro ya me dirás como se llama, un beso

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