No vengas a buscarme con la calma de las noches azules
No seas tarde de domingo, silencio de invierno, la bufanda que me ahoga.
No me dejes la puerta abierta. No necesito puertas para irme. No disfraces el tedio con palabras sensatas.
No bajes la música. No bajes la cabeza. Deja que me immole cuando suene mi canción favorita y recuérdame con la sonrisa de quien ha visto pasar un cometa.
Desordena los armarios donde he guardado todas las certezas. Desaloja a los vecinos y haz estallar una bomba atómica en el patio de casa. Riega los geranios. No me dejes morir de sed. Despeiname sin tocarme. Cuéntame un cuento o calla para siempre.
No seas un reloj parado, no esperes la señal para saltar. No esperes. Salta. Enséñame a decir palabrotas en idiomas extraños. Diseña el plan más insensato que nadie pueda imaginar para conquistar la ciudad que me he inventado.
Imagina. Imagina. Imagina. Dibújame una flor imposible.
Si no vienes a provocar incendios, no vengas.
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