Entre el Tigris y el Eufrates la bailarina y el ladrón de libros se contaban, se explicaban, se decían, se bailaban, se robaban ...
La ciudad era redonda y perfecta dentro de los ojos de las serpientes encantadas, los músicos errantes, los vendedores de historias, los sultanes destronados, las criaturas perdidas, los astrólogos falsos ...
-qué haré cuando tú no estés?
-no lo sé ... qué hacías cuando yo no estaba?
El mar parecía demasiado lejos.
Tuvieron que escapar descalzos para no dejar huellas.
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